Pasiones, experimentos y confirmaciones.

¿Qué tienen en común Olivier y Jean-Baptiste? La pasión por la construcción, la ambición de tener un impacto positivo en el medioambiente y su espíritu emprendedor. Por ello, un tercer joven ingeniero apasionado se unió rápidamente a esta apasionante aventura. Estaban convencidos de que todas sus ambiciones residían en una planta con infinitos beneficios y aún demasiado ignorada en aquella época: el cáñamo.

Gracias a horas pasadas en un garaje estudiando, probando y experimentando, pudieron confirmar sus intuiciones y tomar plena conciencia de las propiedades térmicas, acústicas, higrométricas… del cáñamo. Solo quedaba convencer al resto del mundo.

Del Lego a los bloques de cáñamo.

Para lograrlo, era esencial hacer que el cáñamo fuera más fácil de poner en práctica. Ya se utilizaba en aquella época como material aislante, pero no necesariamente práctico. Su idea genial fue proponer el cáñamo en forma de bloques, haciendo que la construcción con bloques de cáñamo fuera accesible a todos los contratistas.

Estos bloques se produjeron primero manualmente, pero muy rápidamente de manera industrial, convirtiendo este proyecto en una realidad. En ese momento, lo tenían todo para pasar a la siguiente velocidad, pero aún quedaba un gran desafío: sustituir los prejuicios sobre el cáñamo por sus excepcionales prestaciones en la mente de los actores del sector de la construcción.

Una bomba verde y benevolente.

Al principio era un poco como un elefante en una tienda de porcelana. Jean-Baptiste, Olivier y Anthony llegaban con una idea increíblemente innovadora a un mundo más bien tradicional. Se toparon con muchas puertas y muros…

Pero, habiendo experimentado el producto en todos los sentidos, nunca dejaron de creer en el potencial de los bloques de cáñamo en el sector de la construcción. Bastó con convencer a algunas personas y, de obra en obra, se acumularon los testimonios positivos. Su perseverancia, un producto excepcional y los resultados positivos de los proyectos realizados son sin duda las razones del éxito actual de IsoHemp.

Con un equipo de más de 30 personas, pronto una capacidad de producción de 5.000.000 de bloques de cáñamo al año (5 casas al día), y demandas procedentes de todo el mundo, los 3 cofundadores no tienen pensado detenerse aquí.

El corazón del cáñamo.

¿Cómo logran mantener viva la llama y transmitirla a su equipo y al sector de la construcción?

Es muy sencillo con un producto que tiene tanto sentido. Un producto que permite ahorrar 2000 toneladas de CO₂ cada año, ofreciendo a la vez un rendimiento energético y un confort inigualable a los habitantes de las casas en bloques de cáñamo. Un producto que puede reintegrarse en la tierra y renacer de sus semillas. Merece ser contado a las generaciones futuras, y Olivier lo ha comprendido bien, porque cuando les cuenta a sus hijos la historia de los tres cerditos, sustituye el ladrillo por el cáñamo.

¿Visionario? La continuación de la historia de éxito de IsoHemp nos lo dirá… ¡pero va realmente por muy buen camino!

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